Medicamentos para personas mayores: Guía práctica y consideraciones esenciales

Medicamentos para personas mayores: Guía práctica y consideraciones esenciales

agosto 11, 2025 publicado por Maricruz Belmonte

Tres de cada cuatro personas mayores de 65 años toman medicinas cada día. Los botiquines de nuestros abuelos están llenos de cajas con nombres difíciles de pronunciar y letras minúsculas, pero más allá del caos, hay algo que muchos pasan por alto: el cuerpo de las personas mayores cambia y, con él, la forma en la que responde a cualquier pastilla. No se trata solo de aumentar las dosis porque “ya no hace tanto efecto” ni de mezclar cuatro. Aquí entran en juego peligros silenciosos que pueden complicarlo todo—desde una simple aspirina hasta tratamientos crónicos para el corazón, la diabetes o ese insomnio que parece no querer irse nunca.

Por qué las personas mayores son diferentes tomando medicamentos

El cuerpo, ya en la tercera edad, no es el mismo que a los cuarenta. El hígado se toma su tiempo para filtrar, los riñones se vuelven más selectivos (y menos eficientes) y la grasa corporal aumenta, mientras la masa muscular disminuye. Esto juega un papel clave en la manera en que los medicamentos se absorben, distribuyen y eliminan. ¿Has notado que a tu abuela le molesta el estómago con medicamentos que tú toleras bien? Es el metabolismo, que ahora transita a otra velocidad. De hecho, estudios como el ESTUDIO MAPA en España han demostrado que la mitad de los efectos secundarios en ancianos provienen de cómo el cuerpo ya no gestiona igual las medicinas.

No todo se reduce a los típicos síntomas como mareos o dolor de cabeza. Puede haber caídas sin explicación, confusión, estreñimiento intenso o incluso dolor muscular. A veces, la única pista es que “no se siente como antes”. Por eso, los médicos siempre recomiendan empezar con dosis más bajas y ajustar poco a poco. Y cuidado con lo de “siempre he tomado esto y nunca me pasó nada”, porque lo que no hacía daño hace diez años ahora puede ser un problema.

El laberinto de la polimedicación: riesgos y soluciones

La palabra polimedicación parece sacada de un libro de medicina, pero en casa todos la viven. Se trata de tener que tomar cinco o más medicamentos al día. Y sí, es tan arriesgado como suena. Se estima que en España, seis de cada diez mayores de 75 años se encuentran así. El cóctel de pastillas aumenta el riesgo de interacciones inesperadas: una para el azúcar que choca con la de la tensión, o ese calmante que potencia el efecto del ansiolítico.

Hay errores que pueden parecer tontos, pero traen problemas serios: confundir pastillas por su color, olvidar tomas, o tomar dosis dobles “por si acaso”. Aquí es donde los pastilleros semanales y las alarmas en el móvil salvan la vida, literalmente. Algunos expertos han llegado a comparar la polimedicación con tener una bomba de relojería: cualquier cambio en el cuerpo o nueva medicina puede desencadenar un efecto dominó de problemas.

Un consejo básico: apunta todo, sin confiar en la memoria. Listas pegadas a la nevera, cuadernos, o una simple hoja colgada en el baño pueden marcar la diferencia. Y nunca ajustes las tomas por cuenta propia: lo que “me sienta mal” necesita consulta, no abandono improvisado.

Efectos secundarios más frecuentes en la tercera edad

Efectos secundarios más frecuentes en la tercera edad

Aquí no hablamos solo de alergias o de que una pastilla no funcione. El principal peligro está en los efectos secundarios silenciosos, en esas reacciones que parecen parte de la edad, pero tienen origen farmacológico. Por ejemplo, los somníferos y ansiolíticos están detrás de casi el 30% de caídas en mayores de 70 años. Y no es broma: una caída puede llevar a fracturas, hospitalizaciones e incluso pérdida de autonomía.

Las confusiones y pérdidas de memoria no siempre son culpa de la edad. Hay antidepresivos y antialérgicos con efecto anticolinérgico que afectan la función cognitiva, según confirma la Sociedad Española de Geriatría. El estreñimiento severo, la deshidratación, los desequilibrios en minerales (como el potasio o sodio), arritmias (por diuréticos) o sangrados (con anticoagulantes) requieren atención al momento. El truco está en observar cualquier cambio y comunicarlo al médico: si antes iba al baño normal y ahora no, si duerme peor, si anda más lento o parece desorientado más de la cuenta.

Hasta el ibuprofeno puede hacer estragos en riñones envejecidos o subir la presión arterial. Y si a eso le sumamos que muchos compran medicamentos sin receta por “consejo” del vecino, el riesgo se dispara. Aquí conviene preguntar siempre, revisar todo con el farmacéutico y no minimizar lo que parecían molestias sin importancia.

Consejos útiles para familiares y cuidadores

Nadie nace sabiendo cuidar a una persona mayor polimedicada. Pocos saben que las pastillas no deberían cortarse o machacarse sin preguntar primero; algunas tienen recubrimientos que las hacen de liberación lenta o protegen el estómago. Mejor desprestigiar el “siempre lo he hecho así” y consultar.

"No hay medicamento seguro si no se entiende bien para qué y cómo tomarlo", recuerda la doctora Francisca García, geriatra de referencia en Castilla y León.

  • Usa pastilleros semanales para evitar dudas y olvidos.
  • Anota cada cambio o síntoma nuevo después de comenzar un medicamento.
  • Pregunta siempre por interacciones, especialmente con medicamentos de herbolario o productos naturales.
  • Lee los prospectos, incluso los de “toda la vida”.
  • Respeta los horarios y no los mezcles con zumo de pomelo, ya que puede alterar el efecto de algunos fármacos comunes como ciertas estatinas o antihipertensivos.
  • Atención a las vacunas: no están contraindicadas con la mayoría de medicinas, y ayudan a evitar complicaciones como la neumonía.

La revisión anual del botiquín, con todo lo que ya no se usa o ha caducado, ayuda a no caer en confusión. Proponer un día al año en familia para revisarlo hace que todos estén pendientes y más informados.

La relación con el médico y el farmacéutico

La relación con el médico y el farmacéutico

Ni remedios milagrosos, ni diagnósticos por internet: la clave está en el contacto cercano y regular con el profesional. Aquí, la comunicación transparente gana la partida. Cada visita médica es una oportunidad para revisar si algún medicamento ya no es necesario. Hay programas específicos en atención primaria, como el “Uso racional de medicamentos en personas mayores” en España, enfocados en reducir la polimedicación y evitar duplicidades.

El farmacéutico es un aliado poco aprovechado. No solo dispensan, sino que pueden revisar la lista de medicamentos, alertar sobre incompatibilidades y aconsejar cómo tomar las pastillas para minimizar riesgos. “Muchos no saben que pueden traer su lista al mostrador y pedir una revisión rápida, sin cita previa”, comenta Mario Rebollo, farmacéutico leonés reconocido por su labor en educación sanitaria.

Sin miedo ni vergüenza: preguntar y comentar todas las dudas, incluso las que parecen obvias, ayuda a evitar problemas. La autonomía y la calidad de vida no solo dependen de “hacer caso” al médico, sino de entender lo que se toma y por qué. Porque, al final, una pastilla puede curar, pero mal gestionada, puede complicarlo todo.

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