¿Alguna vez te han dicho que debes beber un vaso de agua entre cada copa de vino? Suena razonable, ¿no? Pero ¿es realmente necesario? O peor aún: ¿es solo un mito que se repite por costumbre? La respuesta no es tan simple como un sí o un no. Depende de lo que busques: ¿saborear el vino, cuidar tu cuerpo, o simplemente evitar la resaca al día siguiente?
¿Por qué se recomienda beber agua con vino?
La idea de beber agua mientras tomas vino no nació de un estudio científico, sino de la experiencia acumulada durante siglos. En España, especialmente en regiones como La Rioja o Ribera del Duero, donde el vino es parte del día a día, se ha visto que quienes alternan tragos de vino con sorbos de agua terminan la cena con menos dolor de cabeza y menos sequedad en la boca. Esto no es casualidad.
El vino contiene alcohol, y el alcohol es un diurético. Eso significa que te hace orinar más de lo normal, lo que puede llevar a una pérdida de líquidos. Cuando pierdes agua, tu cuerpo se deshidrata. Y la deshidratación es una de las principales causas de la resaca. Beber agua no elimina el alcohol de tu sistema, pero sí ayuda a mantener el equilibrio hídrico. Así, tu cerebro, tus músculos y tus órganos funcionan mejor durante la noche.
Además, el agua limpia tu boca entre tragos. El vino, especialmente los tintos, deja residuos de taninos y pigmentos que pueden hacer que tu paladar se sienta áspero o seco. Un sorbo de agua fresca restaura la sensibilidad de tu lengua, lo que te permite percibir mejor los matices del vino en cada nueva copa. Si estás probando un vino de alta gama, como un Tempranillo de 2018 de Bodegas Muga, ese detalle puede marcar la diferencia entre disfrutarlo y simplemente beberlo.
¿Qué tipo de agua debes beber?
No todas las aguas son iguales. Si estás en una cena formal con copas de vino originales, la elección del agua puede influir en la experiencia. El agua con gas puede ser tentadora, pero no siempre es la mejor opción.
El agua con burbujas puede intensificar la sensación de plenitud en el estómago, lo que puede hacerte beber menos vino, pero también puede enmascarar los aromas sutiles de un vino blanco joven o un rosado de alta calidad. Si tu objetivo es apreciar el vino, elige agua mineral natural sin gas. Es más neutra, no interfiere con los sabores, y limpia el paladar sin alterar la percepción del aroma.
En León, donde muchas bodegas tienen sus propias fuentes de agua mineral, es común ver en las mesas de degustación botellas de agua sin gas, servida a temperatura ambiente. No es capricho: es tradición. El agua fría puede entumecer los aromas del vino, mientras que el agua a temperatura ambiente permite que los compuestos volátiles se liberen con naturalidad.
¿Cuánta agua deberías beber?
No necesitas beber un vaso entero de agua por cada copa de vino. Eso sería excesivo, y podría arruinar tu cena. Lo ideal es un sorbo de agua entre copas, o al menos un vaso de agua por cada dos copas de vino. Si estás comiendo algo salado -como un queso curado de León o unas anchoas-, tu cuerpo necesitará más agua para equilibrar el sodio. En esos casos, aumenta ligeramente la frecuencia.
Una regla práctica: si sientes que tu lengua se pone áspera, tu garganta se seca, o tienes ganas de beber algo más que vino, ya es señal de que necesitas agua. No esperes a tener sed. La sed es el último indicador de deshidratación. Mejor actúa antes.
¿El agua altera el sabor del vino?
Algunos enólogos y sumilleres dicen que beber agua entre tragos puede diluir los sabores. Eso es cierto… si lo haces mal. Si te tomas un vaso entero de agua de un trago, justo después de un vino tinto intenso, sí puedes perder parte de la complejidad del sabor. Pero si tomas un pequeño sorbo -como si limpiaras tu boca con un pañuelo-, no hay pérdida. Al contrario: tu paladar se resetea.
Imagina esto: pruebas un vino con notas de ciruela, cuero y tierra húmeda. Luego, sin limpiar tu boca, pruebas otro vino, más ligero, con frutas rojas y toques de hierba. El segundo vino puede parecer plano, porque el sabor del primero aún está en tu lengua. Un sorbo de agua limpia ese rastro. Te permite comparar ambos vinos con claridad. Eso es lo que hace un buen maridaje: no solo el vino con la comida, sino también el vino con el agua.
¿Es necesario con todos los vinos?
No. Si estás tomando un vino dulce, como un Pedro Ximénez, beber agua entre tragos puede hacer que pierdas la dulzura que buscas. En esos casos, lo mejor es beber agua antes de la copa, no después. El agua te prepara el paladar para el contraste. Si vas a probar un vino dulce, empieza con un sorbo de agua, luego el vino, y espera al menos 10 minutos antes de volver a beber agua. Así no matas la experiencia.
Con los vinos espumosos, como un Cava de la DO Penedés, el agua con gas puede ser contraproducente. Las burbujas del vino ya están en tu boca. Añadir más burbujas puede hacer que te sientas hinchado. En ese caso, mejor agua sin gas, y solo si lo necesitas.
¿Qué pasa si no bebes agua con vino?
No morirás. No te volverás invisible. Pero sí aumentas el riesgo de:
- Deshidratación: más sequedad en la boca, cabeza pesada, fatiga.
- Resaca más fuerte: el alcohol te deshidrata, y si no repones líquidos, tu cuerpo lo paga al día siguiente.
- Menor percepción sensorial: no disfrutas tanto el vino porque tu paladar se satura.
- Mayor consumo de alcohol: sin agua para pausar, tiendes a beber más rápido.
Esto no es una advertencia moral. Es fisiología. Tu cuerpo no distingue entre un vino de 12 euros y uno de 80. Si lo tomas sin agua, el efecto es el mismo: pérdida de líquidos, carga en el hígado, y una posible mala noche.
¿Cómo integrar el agua en tu ritual de vino?
Si tienes copas de vino originales -esas de cristal fino, con el borde delgado, diseñadas para guiar el líquido hacia la punta de la lengua-, entonces merecen un ritual digno. Aquí te dejo una forma sencilla de hacerlo:
- Coloca una botella de agua mineral sin gas junto a tu copa de vino. Que esté al alcance, pero no en el centro de la mesa.
- Después de cada copa de vino, toma un sorbo pequeño de agua. No lo tragues de golpe. Deja que el agua recorra tu boca, limpiando los residuos.
- Si comes algo salado, bebe agua antes de la siguiente copa.
- Al final de la cena, bebe un vaso completo de agua antes de acostarte. No lo saltes.
Esto no es un ritual religioso. Es un hábito inteligente. Y si lo haces, notarás que no solo te sientes mejor al día siguiente, sino que también te gusta más el vino. Porque lo estás probando con claridad, no con confusión.
¿Y si no tienes agua cerca?
No te preocupes. No necesitas una botella de agua de 1,5 litros en la mesa. Si estás en un restaurante y no te traen agua, pídela. Es tu derecho. Si estás en una bodega de visita, preguntan si quieres agua. Si no la pides, no la traen. No te quedes callado. El agua no es un adorno. Es parte de la experiencia.
En muchas bodegas de La Rioja, ya lo saben: ofrecen agua sin gas junto con la cata. Porque entienden que el vino no se bebe solo. Se bebe con conciencia. Y la conciencia incluye cuidar tu cuerpo mientras disfrutas.
Conclusión: no es una regla, es una opción inteligente
Beber agua con vino no es una obligación. No es una norma de etiqueta impuesta por expertos. Es una herramienta. Una herramienta para disfrutar más, sentirte mejor, y entender mejor lo que bebes. Si quieres beber vino sin resaca, sin sequedad, sin confusión, entonces el agua es tu aliada. No es un complemento. Es parte del vino.
Las copas de vino originales están diseñadas para realzar el sabor. Pero sin agua, ese sabor se pierde. No por culpa del vino. Por culpa de lo que no hiciste.
¿Es malo beber agua con vino?
No, no es malo. Al contrario, beber agua con vino ayuda a mantener la hidratación, reduce el riesgo de resaca y mejora la percepción del sabor. Es una práctica saludable y sensorialmente beneficiosa, especialmente si consumes vino con frecuencia.
¿Qué agua es mejor para acompañar vino: con gas o sin gas?
Para la mayoría de los vinos, especialmente los tintos y blancos secos, elige agua mineral sin gas. El gas puede interferir con los aromas y hacer que te sientas hinchado. Solo considera agua con gas si estás tomando vinos espumosos, y aún así, con moderación.
¿Cuánta agua debo beber si tomo tres copas de vino?
Bebe al menos un sorbo de agua entre cada copa, y un vaso completo al final de la cena. Eso equivale a unos 300-500 ml adicionales. Si comes alimentos salados, aumenta un poco más. No necesitas beber un vaso entero por cada copa, pero sí asegúrate de reponer líquidos.
¿El agua hace que el vino pierda su sabor?
Solo si lo haces de forma incorrecta. Si te tomas un vaso entero de agua fría de un trago, sí puedes enmascarar los sabores. Pero un pequeño sorbo, con pausa, limpia tu paladar sin eliminar los matices. Es como limpiar un pincel entre colores: necesitas limpieza, no borrado.
¿Es necesario beber agua con vinos dulces o espumosos?
Con vinos dulces, bebe agua antes de la copa, no después, para no perder la intensidad del sabor. Con espumosos, evita el agua con gas, ya que puede duplicar las burbujas y causar incomodidad. En ambos casos, la agua sigue siendo útil, pero su momento y tipo deben adaptarse al vino.