Medicamentos infantiles: guía esencial para padres preocupados
julio 10, 2025 publicado por Maricruz Belmonte
Nadie olvida ese momento de incertidumbre frente al termómetro: la fiebre sube, tu hijo llora, y tú tienes la caja de ibuprofeno en una mano y la duda en la otra. Con aislamientos, virus nuevos y la vida más conectada que nunca, cada vez somos más las que revisamos las indicaciones de los medicamentos con el móvil en la mano y las dudas a flor de piel. Pero detrás del miedo a equivocarse, está la realidad: los errores en medicación infantil sí ocurren. El Instituto Nacional de Toxicología de España recibe cada año más de 3.500 consultas relacionadas con intoxicaciones por medicamentos en menores. Y la gran mayoría—más del 60%—se produce puertas adentro, por despistes en el hogar. Este dato espanta y a la vez invita a la acción: estamos a tiempo de hacerlo mejor y con más seguridad.
Errores más comunes y peligros ocultos en los medicamentos para niños
Medicamentos infantiles no es igual a versiones inocuas, de hecho muchos padres se confían al ver dibujos animados en las cajitas. Pero los medicamentos para niños no son caramelos, y sus riesgos no siempre son evidentes. De hecho, en España según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), siete de cada diez errores graves en administración de fármacos a niños implican confusión en la dosis. Esto se da porque los miligramos pueden cambiar según peso, edad y presentación (gotas, jarabe, pastilla masticable), y aquí es donde el despiste hace estragos.
Los fallos más habituales incluyen:
- Olvidar la dosis recomendada y repetir la toma antes de tiempo: Sucede con la fiebre o el dolor. Si no anotas la hora, podrías estar duplicando la dosis sin darte cuenta.
- Usar utensilios erróneos para medir: La clásica cucharita de café, cazos o vasos caseros… Nada de eso asegura que tomas la cantidad correcta. Siempre usa jeringa dosificadora o el dispositivo incluido.
- Malinterpretar las instrucciones del prospecto: El "cada 8 horas" puede entenderse mal si no comenzaste a la hora precisa, además muchas familias no saben si los intervalos incluyen la noche.
- Confundir presentaciones: No es lo mismo una gota oftálmica que oral. Parece obvio, pero todos los años ocurren accidentes así.
- Guardar en lugares accesibles: Un despiste con el armario abierto y los pequeños lo encuentran más rápido de lo que imaginas.
Estos errores son más frecuentes en casa que en hospitales. En un estudio presentado en la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas de Madrid, el 80% de los incidentes con paracetamol infantil correspondía a errores de autodispensación doméstica. Rara vez suceden por automedicación deliberada: simple cansancio o confusión, especialmente de noche o en episodios largos de enfermedad.
La toxicidad de algunos fármacos es muy baja—como el paracetamol en dosis correctas—pero si sobrepasas ese umbral, puede producir daños hepáticos. Otros, como los antihistamínicos o broncodilatadores, pueden incluso poner en riesgo la vida si los mezclas o los das sin receta.
Para que te hagas una idea, aquí tienes una tabla basada en datos del Hospital Universitario La Paz (Madrid, 2024), mostrando los tipos más frecuentes de intoxicaciones pediátricas y su gravedad estimada:
Medicamento | % de intoxicaciones | Gravedad habitual |
---|---|---|
Paracetamol | 41% | Leve-moderada |
Ibuprofeno | 22% | Leve |
Broncodilatadores | 13% | Moderada-alta |
Antihistamínicos | 9% | Moderada |
Otros (antibióticos, sedantes) | 15% | Moderada-alta |
Tener a mano el Servicio de Información Toxicológica (91 562 04 20) siempre viene bien, aunque solo sea para resolver una duda rápida.

Dosis, presentaciones y trucos prácticos: cómo dar medicamentos sin miedo
El cálculo de dosis depende, casi siempre, del peso en kilos. Por ejemplo: el paracetamol infantil suele prescribirse en dosis de 10 a 15 mg por kilo de peso, cada 6 a 8 horas. Un niño de 18 kg podrá tomar una cantidad muy distinta a uno de 12 kg, así que la balanza de baño se convierte, literalmente, en tu mejor aliada en el botiquín. Y mucho ojo, porque algunos medicamentos exigen ajustes a partir del año o incluso del mes de vida.
Cuando en casa hay más de un hijo, y sobre todo si sus edades se llevan poco, la tentación de "darle lo mismo que al mayor, pero menos" es enorme. Pero cuidado: las concentraciones de principio activo (como el ibuprofeno en gotas vs. el de jarabe) varían mucho. Una cucharadita de uno puede equivaler a dos de otro, o ¡al revés! Los pediatras recomiendan siempre anotar la dosis, el horario exacto y el motivo por el cual se ha dado el medicamento. Si es posible, pega una hoja en la puerta del frigo con los nombres y fechas de tus hijos y usa colores diferentes para cada uno.
Si tu hijo rechaza el medicamento, aquí van algunos trucos útiles, aprobados por la Sociedad Española de Pediatría:
- Opta por presentaciones líquidas siempre que sea posible. Jarabes y suspensiones suelen ser más fáciles de aceptar.
- Puedes mezclar el medicamento con un poco de yogur, zumo o compota (nunca con leche, salvo si el prospecto lo aprueba). Ojo, que algunos medicamentos pierden eficacia con alimentos ácidos.
- Hazlo divertido. Utiliza jeringas dosificadoras de colores o permite que el niño "ayude" a medir la dosis bajo supervisión, así reduce la ansiedad.
- Si el sabor es el problema, después de tomar el medicamento, deja que tu hijo chupe un caramelo sin azúcar o beba un poco de agua para enjuagar el sabor.
- No uses castigos ni amenazas para forzar la toma; asocia el momento a rutinas positivas.
¿Y los antibióticos? Ese es un tema aparte y uno de los dolores de cabeza favoritos de pediatras y padres. Jamás utilices un antibiótico de un tratamiento anterior, aunque "le quedara un poco de tos". España es uno de los países europeos que más antibióticos usa en menores, y esto dispara la resistencia bacteriana. No sólo deja de hacerles efecto, sino que complica el tratamiento de futuras infecciones. Siempre consulta antes de usar estos tratamientos y sigue el ciclo completo, incluso si tu hijo mejora antes.
Guarda todos los medicamentos en sitios alejados de la vista y el alcance de los niños, preferiblemente bajo llave y nunca en la cocina ni junto a productos de limpieza.

Mitos, datos curiosos y consejos poco conocidos sobre la medicación infantil
Cada familia arrastra sus trucos de abuela, y no siempre están fundamentados en ciencia. Por ejemplo, muchas personas creen que "cuanto antes baje la fiebre, antes se cura el niño". Falso. Según la AEP, la fiebre es una respuesta natural del cuerpo a infecciones y no siempre requiere bajar a toda costa la temperatura. De hecho, solo se recomienda tratar la fiebre si provoca malestar o dolor. Un poco de paciencia y líquidos funciona igual de bien en muchos casos que dar la medicina a la mínima subida.
Otra idea extendida es que los jarabes caducan "cuando huelen mal". Tampoco es así. Muchos jarabes pierden potencia y se degradan antes de que notes nada raro. De ahí la importancia de revisar siempre fecha de caducidad y desechar los medicamentos a tiempo. Los ópticos tienen una campaña: “ni a la basura, ni por el desagüe”, acércalos al punto SIGRE de la farmacia. Ayudas al medio ambiente y evitas posibles accidentes.
¿Sabías que los errores de medicación son más frecuentes en niños menores de cinco años? Es la edad en la que más se les consulta por fiebre, tos y dolores varios, y en la que menos pueden expresar síntomas con precisión. Este consejo lo da el Observatorio de Errores de Medicación de la AEMPS: nunca des dos medicamentos distintos con el mismo principio activo (por ejemplo, dos jarabes para el dolor que ambos contengan paracetamol). Pregunta siempre al farmacéutico si tienes dudas. Hay hasta una app oficial del Ministerio de Sanidad—"Medicamento Accesible Plus"—que te ayuda a chequear información actualizada de todos los fármacos autorizados para venta.
No todos los niños responden igual a las medicinas: factores como genética, alimentación y hasta las vacunas recientes pueden modificar la respuesta. Así que, si un fármaco le ha ‘sentado bien’ a un sobrino, no significa que será igual para tu hijo. Personaliza todo, pregunta, no te cortes.
Por último, apunta este recordatorio para noches complicadas: si tu hijo convulsiona por fiebre alta, el medicamento ni previene ni soluciona el episodio en sí. Lo clave es mantener al niño seguro durante la convulsión, y acudir a urgencias si dura más de cinco minutos o se repite. Ojo al mito: dar un baño de agua fría podría empeorar el malestar y aumentar el riesgo de hipotermia, así que nada de prácticas antiguas.
- Haz fotos del prospecto y de la caja, para consultar rápido sin buscar en cajones.
- No combines remedios caseros o naturales con fármacos sin consultar antes.
- Usa alarmas o apps para llevar el control horario de tomas.
- Pregúntale al pediatra sobre dudas específicas: no existe duda tonta cuando hablamos de salud infantil.
- Guarda registro de los medicamentos más usados, marcas y posibles reacciones anteriores en una agenda o en tu móvil.
Lo dicho: la seguridad en casa empieza por la información. Ser madre (o padre) no nos da poderes mágicos para adivinar dosis o tratamientos, pero leer, preguntar y no cometer los errores de siempre sí salva sustos y, a veces, hasta la vida. Así que sí, la próxima vez que el termómetro te asuste, podrás respirar hondo y tener la solución clara antes de correr al botiquín. Porque unos minutos de calma y buena información valen más que mil hojas de prospectos arrugados.
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